31 agosto 2006

(Este fue un regalo que cayó sin esperarse. Poema de Angel González. Gracias Ricardo por ayudarme a descubrirlo)
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ME BASTA ASÍ
Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.)
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.

28 agosto 2006

Escribo al tiempo perdido, un tiempo fantasioso y de mala fertilidad.
Escribo a una imagen que se deteriora con el paso de los días y de los hechos.
Escucho la respuesta tan buscada a la pregunta lanzada al destino del “por qué?”; respuesta que se muestra cruel pero que llega con amor y comprensión. –el destino siempre sabe cómo hace sus cosas-

Ahora me desato definitivamente y ansiosa por dejar ir ese sentimiento malsano que me albergaba con una esperanza falsa, tan falsa como aquel que la sembró… He encontrado mi propio límite a tan deplorable instancia de la que no sabía como salir; sacudo los días y las noches de lluvia y dejo que entre el sol nuevamente. Aquí junto a un mundo real.

Me siento extrañamente liberada… y felizmente desatada!

22 agosto 2006

Anhelo...


CEREMONIA RECURRENTE (de Julio Cortazar)

El animal totémico con sus uñas de luz, los objetos que junta la oscuridad debajo de la cama, el ritmo misterioso de tu respiración, la sombra que tu sudor dibuja en el olfato, el día ya inminentemente. Entonces me enderezo, todavía batido por las aguas del sueño, Vuelvo de un continente a medias ciego donde también estabas tú pero eras otra, y cuando te consulto con la boca y los dedos, recorro el horizonte de tus flancos (dulcemente te enojas, quieres seguir durmiendo, me dices bruto y tonto,te debates riendo, no te dejas tomar pero ya es tarde, un fuego de piel y de azabache, las figuras del sueño) el animal totémico a los pies de la hoguera con sus uñas de luz y sus alas de almizcle.
Y después despertamos y es domingo y febrero.

18 agosto 2006

El otro Yo

Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la naríz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente , se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse imcómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañama siguiente se habia suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió la calle con el proposito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas . Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando.Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.


(Un regalo que cayó en esta tarde gris con amenaza de lluvia. Cuento de Mario Benedetti)

11 agosto 2006

Hay a caso un lugar donde puedo ir y el sonido de tu voz no este?

10 agosto 2006

Navegando encuentro tu barco que me arrastra hasta tu orilla.
Sigo tus pies que llaman a los míos, aun distraídos y sumergidos.
Tus palabras me vuelven a arrullar con susurros y los sorbitos de tiempo se hacen dulces cuando me hablas.
Puedo ser otra vez hada de un cuento, puedo ser de nuevo una mariposa posándose sobre la flor más bella del jardín. Puedo dar vuelta y verte. Verte en tu sonrisa y en tu mirar, en tus ansias de una imagen mía y de un querer que este cerca de ti.