La enfermedad me vigila con gran constancia, ella siente mi vulnerabilidad y se aprovecha de mi debilidad.
Enfermedad que me azota por las rendijas de una estructura que aun se forma.
Ausente de mi propia mirada, ella reclama sin obtener un resultado habitual; reprocha su formidable estadía.
Sigo combatiente, de pie ante el ataque inquebrantable e imperdonable de mi misma existencia que grita cambiar.
Enfermedad que me azota por las rendijas de una estructura que aun se forma.
Ausente de mi propia mirada, ella reclama sin obtener un resultado habitual; reprocha su formidable estadía.
Sigo combatiente, de pie ante el ataque inquebrantable e imperdonable de mi misma existencia que grita cambiar.