29 marzo 2006

Que más queda cuando las palabras se agotan en su resonar y la angustia de un sentir se hace lejana y cruel.
Queda el ardor de la rebeldía, el grito sordo que no se pronuncia para no ensorder al que esta enfrente, queda el mal sabor de una imaginación insuficiente, escasa, egoísta, astuta y cizañera.
Queda el vicio de la cercanía mal nacida e incoherente.
Queda el abrazo, el beso, la mirada, la caricia, la sonrisa, la broma, el silencio oportuno y el que lo dice todo; todo queda, se sumerge y se ahoga en el inmortal mar de la desfachatez y la ironía...
Quedo volando en mil pedazos que poco a poco caen al suelo y empiezan una nueva existencia; cada pedacito será esparcido y entregado a quien mejor lo postule. Nuevos pasos y caminos vendrán y el sol vovlerá sobre nuestras cabezas haciéndonos sentir su imponencia y su justicia.