
La discontinuidad se asoma irreverente mientras me aferro a algo que no permanece.
Esta juventud que se atasca como una piedrecilla mal puesta, que se revela ante el trance.
Perdurbadora la imagen de una definitiva, duele el corazón mientras los oídos escuchan que hay que seguir: el barco sigue sobre las calmadas aguas superficiales y en la profundidad la tempestad reina con absoluta vehemencia.
Esta ropa ya me queda grande y aun asi prefiero las mangas y los pantalones cortos.
Esta sonrisa ya no quiere verse pequeña y aun asi prefiero aferrarme detras de los arbustos para no ser vista.
... y la paradoja?... mis alas grandes que no logro ver....